Arsenal - Campeón de la Copa Sudamericana 2007



Histórico lo del equipo de Alfaro. Perdía 2-0 con América de México en cancha de Racing y se quedaba sin la Copa. Pero con la garra típica del Arse, lo fue a buscar y consiguió, mediante una corajeada de Andrizzi, el gol de la consagración. Fue 2-1. Luego, el partido se calentó y la visita se quedó con nueve por expulsiones de Castromán y Davino. Sarandí está de fiesta.

A poco más de un mes de cumplir sus primeros 51 años de historia, Arsenal ponía en juego la gran oportunidad de su corta vida. Fuera de Sarandí por motivos reglamentarios, recibía al América de México en cancha de Racing, por la segunda final de la Copa Sudamericana. La victoria en la ida por 3-2 (el gol de visitante vale doble) les daba a los argentinos un aire especial, un colchón que aportaba la tranquilidad necesaria en estos casos. La fiesta estaba preparada para los dirigidos por Alfaro. Llegaba la hora de la verdad.


Incómodo por la derrota parcial, el conjunto de Alfaro fue a buscar la igualdad. Un remate cruzado de Villar pasó cerca del palo derecho de Ochoa, quien enseguida se quedó con un disparo de Gómez. La siguiente, apenas pasado el cuarto de hora, Papu le dio de derecha en una salida rápida. Afuera, lejos. Hasta que se vino la noche. Luego de un pelotazo llovido, Cabañas la dejó pasar y, por izquierda, Silva definió con un zurdazo bárbaro, al primer palo. Nada que hacer para Cuenca: 2-0 y silencio total en el Clindro.

De contra, los mexicanos aprovechaban los espacios y lastimaban. Pero llegó el minuto de gloria. Andrizzi, quien estaba en el campo desde hacía apenas quince minutos, se puso el traje de héroe e hizo explotar en un grito a los hinchas locales. Casi prepotente, corajudo. Con el alma y los huevos que requieren estos momentos históricos, el volante se metió en el área con la pelota, cayéndose. Y cuando parecía que la jugada quedaba en la nada, se reincorporó y pudo sacar un remate de zurda, cruzado. Ahora sí, el 2-1, pese a ser caída, catapultaba al Arse a lo más alto. El resto fue nervios, ansiedad y dos expulsados en el América. Cuando el árbitro colombiano, Oscar Ruiz, pitó el final, todo fue delirio y vibraciones al palo. Lágrimas de emoción. Y un título que se perpetuará en las páginas doradas del fútbol argentino y sudamericano.

Fuente: Diario Olé

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